14 abril 2009

Todo un mundo: Hold Time, de M. Ward

Aborrezco, detesto, temo casi, los viajes en autobús entre Santiago y Lugo: dos horas interminables de tedio e incomodidad. La última vez me tocó hacer el viajecito cuando ya había salido la luna: bosques fantasmales, una casita aquí y allí, en medio de la noche, los faros del bus iluminando la carretera vacía, oscuridad en el interior, la gente en silencio. Me quedé adormilado nada más arrancar; para cuando desperté quedaba una hora de camino, cogí los cascos de la mochila y me puse el Hold Time.

Medio dormido aún, parecía que afuera la oscuridad se animase poco a poco, adquiriendo formas nuevas y cambiantes. El disco de M. Ward construye un mundo y lo anima, lo dota de vida, de movimiento. Se trata de una obra tremenda, anacrónicamente cinematográfica: cada canción es al mismo tiempo una escena, una secuencia, una película entera, y todas juntas conforman un carrusel ilusionista, en el que se funden lo excesivo y lo concreto, el pasado y el presente, la fantasía y la realidad.


El misterio, la magia, la noche


Ward maneja con sabiduría todos los palos de la tradición americana: blues, country, folk, rock pasan por las manos sanadoras del maestro, y todos salen de ellas reinventados, revigorizados, redescubiertos. Sigue siendo un ilusionista con tendencia al exceso, un mago que disfruta tanto jugando con el tempo de la canción como con el tiempo histórico al que cada pieza remite. Nunca hasta ahora, sin embargo, la rendición del oyente a este truhán de la canción había sido tan placentera. No seré el primero que lo menciona, pero el vendaval rítmico que se lleva a Stars of Leo, una de las muchas maravillas del álbum (To Save Me, Oh Lonesome Me, For Beginners, todas, demonios), es una de las sensaciones musicales más gozosas en años.

Quizás porque, al menos así sucede en mi caso, es el primer disco de Ward en que cada nuevo movimiento de la canción, cada arreglo introducido, cada inflexión de la voz, cada armonía vocal, parece contemporáneamente gratuito e imprescindible. Se entiende intuitivamente qué hace ahí ese sonido inesperado, por qué irrumpen de repente los vientos o se dobla una voz, pero es inevitable preguntarse cómo demonios se le ha ocurrido inventar algo así. Aunque, en realidad, no da tiempo a preguntarse nada de esto: con cada canción el disco avanza imparable, delicada, mágica montaña rusa.

Y cuando acaba (y, ay, sí, quizás catorce temas sean algo excesivos, pero se hacen cortos) despiertas, ligeramente confuso y desorientado, como al salir del cine, como al bajar de una atracción de feria o al acabar un sueño. Algo tambaleante, el paso inseguro. Melancólico, instantáneamente nostálgico del lugar mágico que acabas de abandonar.





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1 comentario:

Anónimo dijo...

(A) ÍTACA ( EN FREIRE )
Cuando salgas en el viaje, hacia Ítaca
desea que el camino sea largo,
pleno de aventuras, pleno de conocimientos.
A los Lestrigones y a los Cíclopes,
al irritado Poseidón no temas,
tales cosas en tu ruta nunca hallarás,
si elevado se mantiene tu pensamiento, si una selecta
emoción tu espíritu y tu cuerpo embarga.
A los Lestrigones y a los Cíclopes,
y al feroz Poseidón no encontrarás,
si dentro de tu alma no los llevas,
si tu alma no los yergue delante de ti.
Desea que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas estivales
en que con cuánta dicha, con cuánta alegría
entres a puertos nunca vistos:
detente en mercados fenicios,
y adquiere las bellas mercancías,
ámbares y ébanos, marfiles y corales,
y perfumes voluptuosos de toda clase,
cuanto más abundantes puedas perfumes voluptuosos;
anda a muchas ciudades Egipcias
a aprender y aprender de los sabios.
Siempre en tu pensamiento ten a Ítaca.
Llegar hasta allí es tu destino.
Pero no apures tu viaje en absoluto.
Mejor que muchos años dure:
y viejo ya ancles en la isla,
rico con cuanto ganaste en el camino,
sin esperar que riquezas te dé Ítaca.
Ítaca te dio el bello viaje.
Sin ella no hubieras salido al camino.
Otras cosas no tiene ya que darte.
Y si pobre la encuentras, Ítaca no te ha engañado.
Sabio así como llegaste a ser, con experiencia tanta,
ya habrás comprendido las Ítacas qué es lo que significan.
--Kavafis--


UNTALMARRA