24 marzo 2009

Días extraños

El mundo se me va empequeñeciendo. Un malentendido, la nula voluntad del que escribe de desembolsar 95,95 machacantes y, voilà, proscrito en otro nuevo país. A este ritmo acabaré refugiado en las Antillas.

Por lo demás, Porto es una ciudad cuyos habitantes conducen hasta la playa los domingos por la mañana para leer el periódico en el coche mientras escuchan el mar que rompe en la orilla. No creo que, para bien o para mal, sea preciso añadir nada más.



La playa de Matosinhos, desde la Casa do Cha de Boa Nova, de Álvaro Siza.

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