02 febrero 2009

El síndrome Windows

Al mediodía, mientras ojeaba el periódico y escuchaba de fondo la tele, cogí un yoghurt. Trasteé con el ordenador, me levanté, abrí una encimera, la nevera, me senté de nuevo, me comí un yoghurt. Recogí los platos, los fregué y cuando volví a la mesa encontré abierto, entero, sin empezar, un (otro) yoghurt.

No sé ustedes, pero yo, en ocasiones, noto que la vida se me escapa por entre los resquicios del tiempo perdido. Sumo segundos malgastados en saltar de una pestaña a otra del navegador; no hablo siquiera del tiempo perdido en el navegador, sino de los intersticios, de esas fracciones aparentemente nimias, gestos mecánicos, vacíos de sentido. Aquí unos amigos, por lo de pronto, estamos preparando una demanda a Microsoft; en estos tiempos nunca se sabe lo que puede caer:
"(...) El sistema de ventanas abiertas simultáneamente ha provocado un cambio formidable en las habilidades personales. Se ha desarrollado, sobre todo entre los más jóvenes, una inaudita velocidad para cambiar de asunto. Se aumenta la adaptabilidad y capacidad de descodificar en pocos segundos los estímulos recibidos. Procesamos y reaccionamos ante la información a mayor velocidad. También ha mejorado la posibilidad de avanzar varias tareas en paralelo, la denominada multitarea (multitasking), una especie de pluriempleo de las neuronas. Asistimos a lo que podría denominarse horizontalización de la concentración. Es decir, abarcamos muchos más frentes.

Pero no hay mejora que no suponga una renuncia. "Quien mucho abarca, poco aprieta", dice el refranero. La tendencia a abrir más y más frentes simultáneos desemboca en una reducción de la capacidad de concentración. Más amplitud supone menos profundidad. Se pasa por la información de puntillas, quedándonos con lo esencial, sin ir a la esencia y causas primeras de las cosas.

La multitarea ha traído el denominado síndrome de las ventanas, que debe su nombre a las ventanas de Windows. Un síndrome que provoca ansiedad por abrir el máximo de canales de comunicación o áreas de trabajo posibles. Inconscientemente buscamos pasar menos tiempo en una tarea determinada y, si es posible, aumentar el número de frentes abiertos. Desacostumbrados a profundizar, buscamos sentirnos útiles aumentando el número de temas que abordamos de forma somera y superficial. Una persona ante un ordenador con una sola ventana abierta tiene la sensación de que está siendo poco eficiente, de que le faltan estímulos, de que permanece ociosa.

Investigaciones recientes han demostrado que la multitarea tiene un límite. Neurólogos, psicólogos y profesores de escuelas de negocios norteamericanas sugieren que deberíamos controlar el número de tareas que atendemos en paralelo. Jonathan B. Spira, analista jefe de Basex, una empresa de investigación sobre prácticas empresariales, estimó que en Estados Unidos el coste de las interrupciones debidas a la multitarea rondaba los 650.000 millones de dólares al año. Un coste calculado a través de la pérdida de productividad que supone el cambio constante de frentes a los que se presta atención."
Qué iba yo a decirles? Ah, sí: el texto completo aquí.

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