17 febrero 2009

El gato

"La filosofía no tiene en cuenta a este espíritu; y, sin embargo, tan seguro estoy de que mi alma existe como de que la perversidad es uno de los impulsos primordiales del corazón humano, una de las facultades primarias indivisibles, uno de esos sentimientos que dirigen el carácter del hombre."
El gato negro. Edgar Allan Poe.

"Cuando odiamos a un hombre, odiamos en su imagen algo que se encuentra en nosotros mismos."
Damian. Herman Hesse.


Un gato maúlla afuera. Lleva semanas en el gran patio de luces de mi edificio; nunca lo he visto, pero oigo de cuando en vez su lamento espantoso. Su aullido parece provenir de una garganta humana, de la garganta de un hombre, en cualquier caso, que haya conocido el dolor, el frío, la desesperación, el hambre, los efectos terribles de la soledad.

Mi primer impulso es ignorar los lamentos desquiciados que se cuelan por mi ventana. Como no lo consigo pienso en lanzar algo de comida, pero sé que únicamente conseguiría atarlo más a ese lugar en el que evidentemente no consigue valerse por sí mismo. Qué sucedería cuando me ausentase durante días, semanas, para siempre?

Entonces deseo simplemente que se vaya, que desaparezca de la forma más discreta posible. Debería quizás deducirse de ello que no deseo sino su muerte y su silencio. Odio a ese animal que perturba mi vida con su dolor? Odio el sonido desgarrador que me inquieta, me entristece, hace mis noches más amargas? Odio acaso las formas oscuras que toma el eco de su queja en mi interior, los recodos angulosos y olvidados de mi ser en que rebota su aullido?

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