10 enero 2009

El absurdo sublime y viceversa: Guido van der Werve

“El artista holandés Guido van der Werve hace el tipo de películas con las que Caspar David Friedrich hubiese soñado si tuviese sentido del humor y acceso a una cámara. Cargadas con una atmósfera de melancolía, pérdida y soledad, centradas en compositores muertos y en formas de baile con siglos de antigüedad, pero encendidas por el amor hacia el piano y la comedia absurda.

(...) Tienen el tipo de sensibilidad que Jörg Heisser definió como Conceptualismo romántico: una condición de gozo voluptuoso que se superpone a la rigidez de la ejecución conceptual a la que Van der Werve está obviamente ligado, con sus planos severos y poliédricas referencias a la historia y el tiempo.”

Jennifer Higgie. Frieze Magazine.

Es posible ver en youtube reproducciones parciales y de baja calidad de la obra: aquí y aquí.



Nummer acht: Everything is going to be alright, la obra de van der Werve en muestra hasta hace pocos días en una pequeña sala a orillas del Támesis, juega efectivamente con muchos de los elementos a los que hace referencia el texto. La proyección, que ocupa una entera pared, consta de un único y genial plano fijo, rodado con teleobjetivo. El artista camina delante de un gran buque rompehielos, en algún lugar perdido en medio de la Antártida. La perspectiva engañosa fortalece la sensación paradójica que produce la imagen: la pequeña figura humana parece abrir camino a la nave, afrontando con mucha mayor facilidad – con delicadeza casi – el enfrentamiento con un medio hostil.

Naturalmente es imposible ignorar el carácter absurdo y delirante de la acción y, por extensión, de la pieza que la documenta y exalta. El plano frontal de un hombre abriendo camino a una máquina nos remite directamente, de hecho, al Keaton de The General, una de las cumbres de la slapstick comedy. van der Werve comparte en cierto sentido con el gran cómico mudo una concepción trágica y desesperada, una mirada hacia la grandeza humana, a su capacidad de superación y de trascendencia, que pretende ser a un tiempo inocente y desencantada.

La sensación de frente al film del artista holandés es, de cualquier forma y en primer lugar, de rendida admiración ante la belleza, física y conceptual, de la imagen. Sólo en un segundo momento, y a medida que transcurre la proyección, aletea de fondo la sensación, perturbante, de que tras lo sublime se esconde el absurdo.


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