30 diciembre 2008

London Chronicles

Qué sentido tendría, me pregunto, castigarles con un relato minucioso de los últimos días, con una sesión de fotografías nunca tomadas (bendito absentismo fotográfico), con un recopilatorio de variaciones mínimas sobre lugares comunes. Dejémoslo en una crónica en diecisiete fragmentos de por qué valió la pena:
  • Cinco chimeneas, de distintos colores y dispuestas asimétricamente, en un muro del East London, la mañana de Navidad.
  • El edificio del Natural History Museum visto desde el tunel del metro. Edificios inesperados.
  • Hacer la cena de Navidad, comer la cena de Navidad, beberse la cena de Navidad; gentes varias.
  • La Nativitá inacabada de Piero della Francesca, National Gallery.
  • Kingsland Road, Shoreditch, Whitechapel, The City, Southbank, Westminster, Soho, a pie: nueve millas, cinco horas, doce coches, siete personas, dos perros, ni un solo bus. Christmas Eve.

28 diciembre 2008

Milagros y moquetas

Aquí estoy, después de todo: sentado al borde de una cama, con los pies apoyados en genuina y antihigiénica moqueta inglesa, escuchando la última e inédita maravilla de la banda de pop más grande del planeta, pensando en como resumir estos últimos días. Con los viajes, exposiciones, conciertos y vivencias varias de semanas anteriores sedimentando aún, aguardando la acción selectiva, lenta pero meticulosa, de la memoria.

Me duelen los pies, eso es seguro. Ayer pasé el día en la Tate Modern, explorando un par de alas de la colección permanente, visitando las temporales, descubriendo el museo. Parando cada poco en la cafetería para un té, vagando frenéticamente por las salas a veces, contemplando obsesivamente algunas obras, dejando que la mente vague en frente de otras. Observando a la gente, escribiendo maniacalmente en una libreta garabatos indescifrables, leyendo novelas apoyado en cualquier esquina.



La tarde la dediqué casi por completo a una batalla interna entre el impulso irresistible de rendición sublime que me provoca desde años el trabajo del gran pintor místico del pasado siglo, y los reparos ideológicos (escrúpulos intelectuales es una forma alternativa e igualmente pomposa) que me produce tal rendición. Al final inclinan la balanza, como casi siempre, las obras finales de Rothko: sus (aparentemente) monocromos negros, los marrones y negros sobre gris, las pinturas del periodo de la Rothko Chapel, los trabajos de aquellos dos años anteriores a su suicidio. Obras que combinan todo el poder de fascinación de las primeras field paintings con una sobriedad, una concentración y una desnudez escalofriantes y definitivas.

Agotado, física y mentalmente exhausto, estaba cuando a las siete y media de la tarde me dieron una hora de plazo para visitar la otra exposición temporal, coger el metro y llegar a cenar. Me sobraron cinco minutos. Paradójicamente sería largo y difícil explicar aquí por qué esa exposición, que ocupa un espacio equivalente a la de Rothko pero que visité en treinta minutos, es sin duda una de la más inspiradas, tocantes, imaginativas, inteligentes y exaltantes que haya visitado en años. Quizás porque, a diferencia de Cildo Meireles, y como mis sufridos lectores saben bien, carezco del don mágico de expresar lo complejo de forma simple.




Intentaré hacerlo de todos modos, así como contarles el resto del(os) viaje(s) e ir saldando poco a poco nuestras cuentas pendientes. Pero eso será, probablemente, el año que viene. Sean buenos.

26 diciembre 2008

-



"... So I pull my collar up and face the cold,

on my own..."



22 diciembre 2008

Futuro?

Entre unas cosas y otras, he pasado otra semana sin actualizar ni aquí ni allí. Me estoy planteando cerrar una de estas dos ventanas al mundo. Xanaz nunca ha tenido utilidad alguna: es, como el noventa por ciento de la web 2.0, puro onanismo virtual. Rumore Bianco nació, sin embargo, con un propósito preciso: servir como agenda y crónica de algo que podríamos llamar [escalofríos] ocio cultural, una agenda y una crónica personal que aspiraban a tener una cierta utilidad.

Xanaz se dirige esencialmente a nadie y a todo el mundo. Rumore Bianco nació pensada para aquellos que comparten en mayor medida mis coordenadas vitales: gente a la que conozco y gente a la que no, pero que comparte un cierto lugar en el mundo y, quizás, unos intereses. Xanaz no ha tenido desde el principio la más mínima repercusión o seguimiento; Rumore Bianco, sin lectores más o menos habituales, carece de sentido.

No parece probable que los próximos días sean propicios para frecuentes actualizaciones. Después de un agotador fin de semana madrileño, con nueve conciertos y siete u ocho exposiciones, que acabaremos comentando por aquí; después de miserias laborales varias; después de un retorno a los estudios en parte ilusionante en parte frustrante, en unos días me espera la fría y pérfida Albión. Meditaré durante el viaje qué hacer con Rumore Bianco, cómo integrar en Xanaz la función de agenda que estaba llamado a cumplir.

A la vuelta, quizás les cuente que se siente después de meterse entre pecho y espalda sendas retrospectivas sobre dos de los artistas más extraordinarios del siglo XX.

15 diciembre 2008

-



No estaba muerto

estaba de parranda




El muerto vivo. Guillermo González Arenas

08 diciembre 2008

Vuelvo a leer

"Parecerá curioso, pero el trabajo me gustaba, al menos al inicio. Me empujaba a razonar y a ver las cosas como nunca. En aquel primer periodo me imaginaba mi mente como una habitación oscura con muchas puertas. Me las apañaba mejor teniendo muchas abiertas. De vez en cuando abría aún más y dejaba entrar más luz, coqueteaba con la verdad. Si me parecía que alguien percibía mis observaciones o mis gestos como una vaga amenaza, cerraba todas las puertas menos una. Aquella era la posición más segura. Pero en general tenía abiertas al menos tres o cuatro. Esa imagen de la habitación oscura era una compañía asidua. Cuando hablaba en una reunión, me parecía ver como mis puertas mentales se abrían y se cerraban, y pronto llegué a saber controlar el flujo de luz entrante con una precisión milimétrica. Me dieron un aumento, después otro. Comencé a tener un rol concreto en la producción de espectáculos televisivos. Mientras tanto la vida con Merry procedía en la misma dirección, una mezcla de montaje violento y ternura levemente desenfocada. Pero con el tiempo empezó a abrirse camino otra cosa, como un susurro desesperado. Sucedía que llegaba tarde a casa de trabajar y me la encontraba sentada en el suelo con un sombrero en la cabeza intentando hacer un haiku. Me entristeció mucho descubrir que hacía este tipo de cosas incluso cuando estaba sola."


Don DeLillo, Americana. De la versión en italiano con traducción de Marco Pensante.

04 diciembre 2008


Ya no leo.


La Soledad

Espero tener un poco de tiempo este puente para poner en orden algunos asuntos, entre otros desarrollar en otro lugar un resumen más o menos funcional de lo que ha dado de sí esta edición de Cineuropa. Pero, antes de despotricar hasta quedarme a gusto sobre las indecentes condiciones de proyección, las lagunas de la programación o las miserias del público, es justo reconocer, aunque sea con nocturnidad, retraso y alevosía, que la última jornada del festival me regaló ayer la tercera obra grande de esta edición. Me reconcilia un poco conmigo mismo que haya sido La Soledad, de Jaime Rosales, la última (gran) película de esta edición.

No había tenido aún la oportunidad de ver en el cine el segundo largo de Rosales, y en su momento Las horas del día no me había producido más que escepticismo, reproches y decepción. Algunas dudas y varias incertezas lastran aún el discurso de Rosales en La Soledad. Quizás tengamos tiempo de analizarlas si finalmente escribo el que promete ser un hilarante post sobre cine supuestamente experimental y su recepción por parte del público; de momento, me limito a reconocer que pese a estos reparos intelectuales, La Soledad acabó por desarmarme emocional y visualmente.

02 diciembre 2008

Fuori Orario

El otro día, valorando a las de dos de la mañana con unas compañeras las posibles perspectivas de una exposición titulada Culo y codo, me vino a la cabeza la historia de Enrico Ghezzi. Ghezzi es todo un personaje, crítico cinematográfico heterodoxo, programador de contenidos en ese refugio que es RAI3 en la tele italiana, director de Fuori Orario, uno de los programas más extraordinarios del mundo: Ghezzi suelta una parrafada improvisada a una videocámara digital, y a continuación proyectan películas del mudo, clásicos de la serie B, obras actuales que no encuentran distribución, tesoros escondidos en los archivos de la RAI, films incatalogables y descatalogados. Cine.

Lo conocí cuando vino a ver un trabajo de una horita que habíamos hecho en Home Movies, remontando las maravillosas películas caseras de la familia circense con más solera de Italia, los Togni. Organizamos una proyección en una galería, con experimentación musical en vivo, y pareció gustarle. 

Me habían contado antes una historia sobre su modo de trabajar, caótico e impulsivo. En medio de un viaje de norte a sur de Italia, se quedó adormilado en la parte trasera del coche. Abrió un ojo justo cuando pasaban por un pueblo perdido, que casualmente se llamaba Sacarríos (me lo invento, por desgracia he olvidado el que aparecía en la historia), y anunció: "habría que hacer un especial Fuori Orario con cosas que se sacan de los ríos". Se emitió un mes más tarde.

Por pura simpatía hacia el personaje me compré un libro que recopilaba sus críticas en revistas cinematográficas, sugerentemente titulado Paura e desiderio (Miedo y deseo). Resultó que Ghezzi era incapaz de distinguir entre sus apasionadas e inconexas peroratas y el lenguaje escrito, así que el libro era una gran mierda. Sin embargo, la contraportada (creo, lo dejé en Bologna al mudarme) contenía, a bocajarro, un arrebato genial: "No es el tiempo el que nos falta", escribía Ghezzi, "somos nosotros que fallamos al tiempo".

Así que ya ven, me acuerdo de Ghezzi en estos últimos días, en los que mi sombra fatiga a tenerme el paso. Ayer envié un trabajo cuatro minutos antes de que expirase el plazo de entrega, y una opción de futuro por correo certificado en el último día hábil. No estoy dispuesto a seguir así. Permanezcan atentos a sus televisores los próximos días, por si mi jefe y yo salimos en las noticias.

01 diciembre 2008

Nuri Bilge Ceylan

Mañana por la noche, paradojas del sindicalismo y de la lucha por los derechos civiles mediante, espero estar en la proyección en Cineuropa de Üç maymun, el último trabajo de Nuri Bilge Ceylan. Hace ahora cinco años, un lustro ya, que descubrí en otra edición del festival Uzak, la película que le dio prestigio internacional. De ella me queda la imagen de Estambul bajo la nieve, la huella indeleble del paisaje turco, un recuerdo denso aunque indefinido de obra grande.

Me acuerdo, sí, de una escena irónica y punzante, que desautoriza cualquier posible acusación de pedantería. El protagonista, un acomodado y burgués fotógrafo de interiores, mira la televisión. Lo interrumpe cada poco su primo pobre y analfabeto, que entra en la sala. En cada una de las ocasiones el fotógrafo cambia apresuradamente de canal, saltando continuamente del visionado aburrido de una peli porno a la de un film de Tarkovski: porno, Tarkovski, porno, Tarkovski. Nuri Bilge Ceylan es, por cierto, fotógrafo, además de cineasta. En algunos momentos su devoción casi religiosa por la imagen y la densidad de su tempo cinematográfico recuerda a la del maestro ruso.

25 noviembre 2008

La manzana de Esther Ferrer

Esther Ferrer, de la que reseñábamos hace unos días una muestra en la galería Trinta, acaba de ser galardonada con el Premio Nacional de las Artes Plásticas. Aunque su reciente exposición compostelana recogía esculturas, principalmente, la concesión del premio obedece sobre todo a su trabajo en el campo de la performance. Me gusta un párrafo del artículo en La Vanguardia sobre la artista:

“De su paso por ZAJ, el grupo que nació como un movimiento musical en 1964 de la mano de los compositores Juan Hidalgo y Ramón Barce pero que dio cabida a todo tipo de artistas, cree que "algo queda" en el campo de la performance, "aunque -asume- son tan leves sus rastros...". ZAJ actuó en 1967 en un teatro de Madrid. Un intérprete se comió una manzana y no pasó nada más. El escándalo fue tal, que de las siete funciones previstas solo fue posible el estreno.”






Wilco

Waltercio Caldas: la liberación de los lugares

Ante la alternativa entre renunciar a comentar mi visita dominical a la exposición de Waltercio Caldas en el CGAC y esbozar un par de apuntes deslavazados y poco inspirados antes de entregarme al reposo nocturno, escojo la opción c. Os dejo con un extracto de un magnífico estudio crítico sobre el artista:
" La estética de este creador brasileño podría comprenderse desde dos de las famosas propuestas de Italo Calvino para el próximo milenio: levedad y exactitud. Por la primera entiende un apartarse de la pesadez del mundo para emprender un vuelo simbólico en el que es imprescindible un humor cercano a la melancolía; la exactitud tiene que ver con un diseño de la obra bien definido y calculado, la evocación de imágenes nítidas, incisivas y memorables, y el lenguaje más preciso posible como léxico y en tanto que forma de expresión de los matices del pensamiento y la imaginación.

Podemos pensar que la exactitud se relaciona, aunque parezca paradójico, con la indeterminación, pero también con esa convicción mística de que «el buen dios está en los detalles». Contemplando la fantástica serie de piezas (...) encontramos tensión y equilibrio, un diálogo entre materiales (el acero inoxidable, los hilos de lana, el onix) que, sin ofrecer ningún significado cerrado, nos lleva a experimentar una honda sensación de placer estético."
Si bien mi entusiasmo ante la muestra no es completo, me apoyo en esta idea del placer estético y me atrevo a recomendarla a todos aquellos que creen que no es posible disfrutar, simplemente disfrutar, en un museo de arte contemporáneo. Comprobadlo hasta el 7 de diciembre en el CGAC. El artículo, por cierto casi tan placentero como las obras en sí, completo aquí.

24 noviembre 2008

La neomodernidad, o un resquicio de esperanza

En nuestra ya clásica sección artículos que gracias a Dios publican los domingos, porque cualquier otro día de la semana lo pasaríamos por alto, les acercamos un texto leído en las páginas de opinión de El País. En él, el catedrático Fernando Vallespín conecta la crisis económica y la actualidad política estadounidense desde una óptica decididamente esperanzada/ora: un abandono de algunos de los valores individualistas posmodernos, una oportunidad para el retorno y renovamiento de las políticas igualitaras y la solidaridad social. El texto aquí, entre tanto unos fragmentos:

"Toda crisis, y ésta parece ser de las más profundas, introduce una importante cesura en el tiempo histórico. (...)Tengo para mí que la sociedad del futuro inmediato abandonará algunos de los rasgos más conspicuos de eso que hemos venido calificando como posmodernidad para volver a muchos de los de la anterior fase moderna sin que ello signifique un pleno retorno a ella.

El rasgo más marcado del cambio, ya lo estamos viendo, es el renovado protagonismo de la economía. Frente a la prioridad que en la anterior fase posmoderna acabó teniendo lo cultural -en un sentido lato-, se alza ahora lo económico como el factor central de la actividad humana. (...) La redistribución, la lucha contra la desigualdad, volverá a dominar el debate político después de haber sido durante décadas la gran cuestión olvidada. Regresarán los clásicos conflictos sociales con raíz de clase y es previsible imaginar una reverdecida presión para alcanzar una mayor equidad fiscal. (...) No deja de ser irónico que la elección de Obama, que representa un hito en las "luchas por el reconocimiento" posmodernas -de minorías étnicas en este caso-, acabe por significar la afirmación de políticas de igualdad frente a las de la "diferencia".

(...) Los clásicos valores densos de nuestra herencia moderna postergarán a los más ligeros -líquidos, en la jerga de Bauman- del "todo vale", la gratificación inmediata, el hiperconsumo, la autorrealización individual. No saldremos de eso que los sociólogos califican como "individualización", pero habrá una tendencia a moderar el individualismo y el privatismo radicalizado en aras de un mayor compromiso con los objetivos sociales generales. Todo ello en nombre del gran valor de la modernidad: el orden.(...)

Tanto la vuelta a los nuevos / antiguos valores densos como el protagonismo estatal ofrecerán una nueva oportunidad a las políticas de izquierdas.(...)Pero huérfanas de un claro sentido de la idea de progreso y en su énfasis por gestionar una política dirigida a evitar los grandes males -desempleo, pensiones, pérdida de competitividad- abandonarán gran parte de su dimensión utópica. Se tratará de izquierdas administradoras de la nueva escasez, un papel que ya hubieron de asumir en otros tiempos históricos.

(...) No es de excluir, sin embargo, una alternativa que recupere la esencia del ya conocido populismo de derechas, la tozuda vuelta al Estado de ley y orden alimentado por un nacionalismo revivido. Fronteras, xenofobia, reafirmación de las identidades nacionales. Sería la otra dimensión, mucho más siniestra, del conservacionismo rampante.(...)

Lo decisivo de esta vuelta a la modernidad que se atisba en el horizonte es el contenido de que vayamos a dotar a lo nuevo de la neomodernidad, la forma en la que seamos capaces de extraer las consecuencias oportunas de la experiencia histórica y la aprovechemos para innovar social y políticamente. Si se recupera la política el futuro estará siempre abierto."

23 noviembre 2008

De la lengua

Por primera vez me encuentro utilizando la lengua gallega durante la mayor parte de mi tiempo. En el mejor de los casos, podría afirmarse que hablo y escribo un gallego meramente aceptable, de laboratorio, aprendido en la escuela y la televisión; una lengua fría, un instrumento de comunicación, no esa materia viva y pulsante que nos sirve para dar nombre (para dar vida) al mundo que nos rodea. La relación entre los signos y las cosas cuando uso esa lengua está desprovista de vínculos sentimentales, pervive si acaso una cierta fascinación por la arbitrariedad excéntrica de ciertas palabras: nembargantes*, cogomelo, laiar. Naturalmente mi ignorancia o mi falta de soltura no implica que tenga prejuicios contra el idioma; me gusta usarlo, del mismo modo en que me gusta usar cualquier otro idioma, e intento hacerlo con la mayor corrección posible, pero no lo siento particularmente mío.

Mi compañera de trabajo, con la que no termino de simpatizar, es sin embargo gallegoparlante. Un comentario suyo reavivó el otro día un conflicto que desde hace mucho tiempo tengo conmigo mismo y con los demás, un conflicto que reemerge de vez en cuando en forma de pequeñas broncas y que nunca he conseguido cerrar, porque nunca he tenido la competencia (histórica, filológica) para hacerlo, ni el interés en adquirirla. Asombrada por mis frecuente uso del diccionario a la hora de redactar comunicados de prensa, y resistiéndose a creer que la palabra correcta en gallego para celda era cela, exclamó con una mueca de desprecio: “Ah, pero ti usas galego normativo?”

La respuesta, por desgracia, es no; aunque lo intento, los textos que redacto contienen seguramente pequeñas irregularidades sintácticas, gramaticales, ortográficas. Errores que seguramente no impiden la comprensión, pero que a mí mismo me resultaría inaceptable encontrar en un texto ajeno escrito en otra lengua. Mi compañera carece de este tipo de remordimientos, con la despreocupación de áquel que considera la normativa una mera formalidad académica. Los documentos legales que redacta en gallego son a veces casi ilegibles, no ya por esa sintaxis aberrante y barroca propia de la práctica legal, sino por la absoluta arbitrariedad con la que utiliza expresiones y palabras incorrectas o directamente inventadas. Lo asume con naturalidad y despreocupación, y así parece(mos) hacerlo esa jauría que intercambia(mos) escritos más o menos oficiales, aparentemente sin la necesidad de cerciorar(nos) de nos destrozar la lengua (sí, la versión normativa de la lengua, o aquella que decidamos adoptar como tal) a cada frase.

22 noviembre 2008

Reflejos


Reflejo
.(Del lat. reflexus).


1. adj. Que ha sido reflejado.
2. adj. Se dice del conocimiento o consideración que se forma de algo para reconocerlo mejor.
3. adj. Dicho del movimiento, de la secreción, del sentimiento, etc., que se producen involuntariamente como respuesta a un estímulo.
4. m. Luz reflejada.
5. m. Imagen de alguien o de algo reflejada en una superficie.
6. m. Aquello que reproduce, muestra o pone de manifiesto otra cosa.




Robert Morris. Untitled (Mirrored Cubes)

18 noviembre 2008

Olivier Assayas, rescoldos de una retrospectiva

Pues sí. Probablemente hubiese sido más útil escribir un par de párrafos sobre la obra del cineasta y crítico francés Olivier Assayas antes de que la retrospectiva en Cineuropa comenzase a llegar a su fin. Dentro de un par de horas proyectan Desordre, su primer largometraje, y una de las tres últimas obras suyas que veremos en Santiago. Ya en este irregular pero estupendo debut podemos encontrar algunas de las constantes que acompañarán a Assayas durante veinte años de carrera: el gusto por la crónica generacional, por la voracidad narrativa, por la frescura y la libertad estilística y, al mismo tiempo, una irreprimible tendencia a la mitomanía, al fetichismo, a la cinefilia, herencia de su poco disimulado culto por la nouvelle vague. De hecho, Assayas trabajó como crítico cinematográfico en los Cahiers du cinema durante un lustro, es coautor de un interesante libro de entrevistas con Ingmar Bergman y dirigió el hermoso retrato de Hou Hsiao Hsien que pudimos ver en la retrospectiva.

Su principal referencia estilística e imaginaria es, decíamos, la vertiente más inmediata y accesible de la nueva ola francesa, entremezclada con estímulos que provienen tanto de autores cultos y exóticos como de cinematografías populares y de consumo. Assayas hereda la fe en una crónica sentimental y generacional desordenada, consciente de la imposibilidad y la inutilidad de entregar relatos perfectamente acabados en sí mismos: sus películas son por definición incompletas, abiertas, pequeñas, sugerentes. Al mismo tiempo, el director francés vuelca en sus obras su fascinación por todos aquellos elementos aparentemente banales que definen el pathos de una época: la moda, los ritos sociales, la música. Quizás sus mejores films son aquellos en los que se abandona sin pudor a las contradicciones inevitables entre la concreción narrativa y la ligereza de la puesta en escena y su afán icónico, su voluptuoso culto al capricho estético.

15 noviembre 2008

Elogio de la mirada: Aruitemo, aruitemo

Tras un día de baja en el festival por agotamiento, con una contractura brutal en la espalda, contra todo pronóstico y con los hados en contra, ayer vi la primera película realmente grande en esta edición de Cineuropa. Una manera de presentar la conmovedora Aruitemo, aruitemo, de Hirokazu Koreeda, sería describirla como una lección sobre el respeto a la distancia: distancia en la construcción de la imagen, respeto en el acercamiento a un maravilloso grupo de personajes/actores. Otra propuesta igualmente legítima sería valorarla como una reivindicación de la mirada, y de la capacidad de los objetos y de las acciones de revelar su densidad y su fuerza mediante la simple observación, sin forzar ni imponer un significado.

Sin embargo, temo que las dos últimas frases robarán más que ganarán espectadores para el hermosísimo film de Koreeda. Probemos entonces diciendo que se trata de una fábula delicada sobre el paso del tiempo, las relaciones de familia, los silencios, los secretos, el peso del pasado y la tradición y sobre la capacidad de cambio del ser humano. Intentemos aclarar que se trata en el fondo de una obra sorprendentemente sencilla y amena, con una construcción clásica que permite desplegar sin alardes su sabiduría humanista, repleta de una inteligencia sutil, melancólica pero decididamente optimista en el fondo. La proyectan por última vez mañana sábado a las diez de la noche, y creo poder afirmar que serán un poco más felices si están allí.

13 noviembre 2008

Aleksandra, de Alexander Sokurov

"Alexander Sokurov es un cineasta ruso que dice que el cine no le gusta; afirmación sorprendente para quien define su propia vida en función de un abundante número de películas realizadas, más de treinta, desbordantes de preocupaciones morales, éticas y estéticas. Es un hecho que Sokurov prefiere no hablar mucho de cine y que ve poco cine; quizás será éste uno de sus secretos, y los secretos por definición no se revelan. (...) Es que, como el mismo afirma, "las personas tenemos una idea extremadamente simple y breve de lo visible". Sokurov dedica su esfuerzo a desvelar ese misterio.

(...) Su fuente de inspiración se halla tanto en los pequeños detalles de la vida cotidiana, como en el esplendor de la naturaleza, y también en las artes (música, pintura, literatura); a propósito de su obra, podría hablarse de pictorialismo, de polifonía o elegía. Una experiencia visual. Un trabajo sobre el sonido. Un canto de melancólicos lamentos."

María Joao Madeira, Cinemateca Portuguesa.

Aleksandra, de Alexander Sokurov, hoy a las 20:15, Aula sociocultural de Caixa Galicia.

12 noviembre 2008

HHH, un portrait de Hou Hsiao Hsien

"Vista la importancia del espacio en su obra, parece muy lógico que el director francés Olivier Assayas decidiera abandonar el formato documental convencional y emprender lo que se podría calificar de expedición al corazón del cineasta chino; una mirada literalmente in itinere por su biografía y su obra. Así, durante los noventa minutos que dura el documental, Assayas acompaña a Hou no sólo por las ciudades y pueblos de Taiwán que tuvieron un papel en el desarrollo de su obra, sino también por aquellos pequeños lugares que marcaron su infancia y que no figurarían en más mapa que en el del recuerdo: el mango al que solía subirse para robar su fruta; el templo en el que se reunía con sus amigos. En definitiva, es un viaje por una geografía grande y otra más pequeña, más íntima, que dota a la expedición de un carácter casi antropológico a veces."

Magdalena Navarro, en Contrapicado, sobre HHH.

Un retrato de uno de las más importantes cineastas vivos por uno de su más fieles admiradores. Martes 11, a las 18:00, Aula Sociocultural de Caixa Galicia.

11 noviembre 2008

Diritto di cronaca

Escribo aún con las piernas entumecidas, tras dos horas y cuarto viendo Gomorra desde el gallinero del Principal, apenas a un par de metros del hueco desde el que asistí a la proyección de Entre les murs hace dos días. Diritto di cronaca, derecho de crónica, es la expresión utilizada en italiano para referirse a la libertad de expresión articulada a través de la narración de hechos y dirigida a una colectividad. Aquel cuyo ejercicio ha costado el exilio a Roberto Saviano, coguionista y autor del libro original; el mismo que lleva al escritor, crítico y profesor francés François Begaudeau a volcar su experiencia personal como profesor en una novela, y después en un film homónimo que coescribe y protagoniza.

Ambas películas son extraordinariamente hábiles, cada cual a su manera, en adquirir una cadencia narrativa propia que al tiempo que seduce al espectador permite a las obras fundirse con la realidad que representan. En cierto sentido, ambas juegan con un imposible grado cero de la escritura cinematográfica: sus autores, llevados seguramente por unos presupuestos éticos cuya dignidad no vamos a negar aquí, optan por su autocancelación como tales en el discurso. La película de Cantet, director de la tan contenida como desgarradora El empleo del tiempo, combina magistralmente un sólido armazón dramático con la frescura de su reparto; Gomorra apuesta por una narración caudalosa, pausada, que huye sea del recurso fácil del verismo sea del manierismo. Y, aunque resulta difícil negar su valentía y su valor como crónicas necesarias y eficaces de su tiempo, se alejan ambas sin dejar huella, sin peso, indistinguibles e indiferentes de la realidad con la que honestamente decidieron fundirse.

09 noviembre 2008

Viceversa

Escaleras de cristal,

pájaros de madera

y viceversa





El ruido blanco se caracteriza por la ausencia de periodicidad y la amplitud constante en todo el espectro de frecuencias. Puede ser usado para desorientar a personas antes de un interrogatorio y como técnica de privación sensorial. Por otra parte, usado a baja intensidad puede favorecer la relajación y el sueño.

Otro blog, sí.

Posts breves, con mayor periodicidad y actualidad. Uno o dos párrafos, un intervalo máximo de dos días entre la noticia o el evento y el post. Una agenda cultural, un espacio de crítica cotidiano, un rincón de desahogo.

Bienvenidos.

08 noviembre 2008

El western clásico (I)

A la hora de echar la vista atrás y entender cuando empezó a forjarse el mito del western, el momento en que las pelis de vaqueros se anclaron para siempre en el imaginario popular, es casi imprescindible partir de La Diligencia. Los westerns habían sido muy populares en el cine norteamericano ya durante el período mudo, desde mediados los años diez hasta finales de los veinte y con la aparición de las primeras estrellas del oeste. El género, sin embargo, llevaba de capa caída durante toda la década de 1930: el gangster film, el melodrama, la comedia o el musical le hacían sombra, y apenas sí se estrenaba algún que otro western musical (¿!).

En 1939 suceden dos eventos que cambiarán para siempre la historia del western: John Ford rueda esta primera obra maestra sonora del género, que obtiene un gran éxito de público, y estalla la II Guerra Mundial. Curiosamente, el segundo hecho será aquel verdaderamente determinante para el boom de las películas del oeste en los años siguientes. El western cinematográfico es, de todas las formas artísticas y narrativas de la cultura popular, la que mejor simboliza y desarrolla el mito de una América basada en la expansión territorial; en el avance hacia una tierra indómita, el salvaje oeste; en la aniquilación de un enemigo externo y la conquista de sus tierras vírgenes, de un nuevo Edén. No es obviamente casual que el inicio del periodo clásico y dorado del género coincidan con el conflicto bélico que hará que América, tras décadas de aislacionismo, inicie un nuevo periodo de expansión y conquista, sólo que esta vez del territorio, la economía y el imaginario mundial.

La Diligencia, la historia de un grupo inolvidable de personajes huyendo de/hacia sí mismos en territorio comanche, es la obra que establecerá para siempre los nuevos patrones del western: el uso mítico y monumental del paisaje, el revolucionario montaje de las secuencias de acción, un nuevo interés hacia los personajes, una densidad emocional desconocida. Es injusto, en cualquier caso, insistir en esta idea de La Diligencia como modelo o piedra angular; se trata ante todo de un film bellísimo, lleno de humanidad, con algunos de los primeros y más hermosos y más desconcertantes momentos líricos de los westerns fordianos, con una antológica galería de secundarios y con John Wayne haciendo, por primera vez y ya para siempre, de John Wayne.



Quizás porque la elección de La Diligencia como inicio de la lista conlleva inevitablemente una cierta sensación de selección descontada o académica, es bueno escribir un par de líneas sobre una maravillosa película, breve, valiente, certera, emocionante, rabiosamente actual y tristemente desconocida. William Wellman, un magnífico artesano del Hollywood clásico, rodó Incidente en Ox Bow en plena participación americana en la II Guerra Mundial. La película anuncia desde el título su falta de pretensiones, su modestia de deliciosa serie B, y es sin embargo un agudo alegatos contra la venganza, el odio racial y los prejuicios de la masa. Concisa, seca, con un Henry Fonda extraordinario, el film parece preanunciar ya en 1943 que, paralela a la historia de los grandes westerns, correrá una historia hecha de títulos menores, a contracorriente, inclasificables, imprescindibles.

Incidente en Ox Bow: descarga.

La Diligencia: descarga, préstamo y préstamo.


En el marco del arte

Buscando refugio de la lluvia acabé esta tarde en la Galería Trinta, en Virxe da Cerca, visitando la exposición En el marco del arte, de Esther Ferrer. Se trata de una serie de trabajos que la artista lleva realizando desde los años ochenta, y que exploran la idea de marco como elemento clave en la relación entre el observador y la obra de arte. Objetos imposibles (una televisión enmarcada, una silla hecha de marcos) o absurdos (marcos que nada enmarcan) ocupan los dos espacios de la galería.

Pequeñas instalaciones o esculturas, que juegan a descontextualizar el marco como objeto y como idea, para comprobar de que modo se modifica en consecuencia la experiencia perceptiva. Las piezas más interesantes son aquellas más simples, las que con ligereza y delicada ironía reflexionan sobre la relación entre el marco (y el espacio expositivo en general) y el contenido, y por tanto sobre la forma en que la institución organiza nuestra visión. En varias de las instalaciones, por desgracia la propuesta se sobrecarga y se torna barroca, críptica y menos interesante.





05 noviembre 2008

Sangre catódica

Entre pitos y flautas, ando bastante desconectado últimamente en lo que a series de televisión se refiere. Aparte del correspondiente chute semanal de veinte minutos, la única serie que sigo más o menos simultáneamente a su calendario de emisión (en EEUU, por supuesto; ah, qué también ponen series por la tele, esa tele?!) es la vampírico-sureña True Blood. Se trata del nuevo proyecto de Alan Ball, conocido por sus guiones para American Beauty y Six Feet Under, que por cierto tengo pendiente de recuperar en condiciones para ver si supero mi indiferencia inicial.

True Blood se sitúa un pequeño pueblo del Sur, en un futuro hipotético y no demasiado lejano marcado por la convivencia más o menos consolidada entre vampiros y humanos. Aún no he decidido si las muchas irregularidades de la serie se deben a su tono poco convencional y a su atrevida mezcla de géneros o si simplemente les ha salido así, irregular. Sigo viéndola, de momento, aunque sólo sea por esa magnífica ambientación en una América rural, zafia, poblada por un elenco de personajes secundarios admirable, que por momentos (también debido a esa subtrama criminal que revolotea por el fondo, quizás un poco demasiado por el fondo) nos trae Twin Peaks a la memoria.


Otra virtud indiscutible de la serie es la libertad con la que, sirviéndose de la trama vampírica, retrata impietosamente perversiones sexuales, prejuicios raciales, drogas existentes y por inventar y otras trasgresiones normalmente vetadas en la caja tonta. Si las diferentes piezas del retablo terminan por encajar se comprobará sólo con el tiempo, aunque intuyo que a la urgente y mordaz narrativa de Ball no termina de importarle demasiado. Y si no, siempre nos quedarán los magníficos títulos de crédito, que contienen por sí mismos más inteligencia y talento que una temporada entera de Aída, House o, sí [no-esa]M., Heroes.






Enlaces con una calidad bastante satisfactoria
aquí.

03 noviembre 2008

Es la élite, estúpido: o de cómo el fontanero Joe perdió unas elecciones pero ganó la fama

En la edición impresa de este domingo de El Mundo (señores, hay que ser plurales, y además el Marca estaba ocupado en el bar) aparece un interesante artículo del profesor y articulista Edward Schumacher-Matos sobre las elecciones estadounidenses. El autor resalta, frente a la aparente centralidad de la cuestión racial en la campaña, la mayor importancia del contraste populismo-intelectualismo. Les dejamos con unos extractos; el original aparece sólo en la versión impresa o en la de pago online, pero lo han transcrito entero aquí.

" (...) Pero el mayor problema al que se enfrenta Barack Obama no es el color de su piel. Es que pertenece a la élite. No a la élite económica. John McCain y George Bush tienen mucho más dinero que él. Pero sí pertenece a la élite culta y educada. Estudió en la Universidad de Columbia y en la Facultad de Derecho de Harvard. Su mujer fue a Princeton. Habla con corrección gramatical. Es sofisticado y ha viajado. En una de las escalas de su campaña se quejaba del precio de la rúcula, que es rara en los frigoríficos de la mayoría de los trabajadores blancos de Estados Unidos.

En la última encuesta del The New York Times, el 14% de los consultados dijeron que la mayor parte de la gente que conocen no votaría a un candidato negro. La pregunta es una técnica para calibrar si el encuestado votaría realmente a un negro pero tiene miedo a reconocerlo. No obstante, Obama también se va a beneficiar de los votos con una motivación racial. No sólo los de los afroamericanos, sino también los de los blancos que quieren expiar lo que ven como el pecado original de la nación: la esclavitud. Mea culpa, mea culpa, mea maxima culpa.

(...) Si la designación de Roosevelt dio entrada a un cambio transformacional que movió a EEUU radicalmente hacia la izquierda, la de Reagan fue otro cambio que basculó al país hacia la derecha. Pues bien, detrás de este último tuvo lugar una laboriosa actividad de los think-tank conservadores que modificó los términos del debate nacional. Ejerció, además, un impacto internacional, y se unió a fuerzas del otro lado del Atlántico como Margaret Thatcher en el Reino Unido y, más tarde, José María Aznar en España.

Sin embargo, el movimiento populista estadounidense se ha vuelto tan extremista que está devorando al conservadurismo. McCain es un hombre de pensamiento independiente que jamás en su vida ha recibido de buen grado ideas de distintas procedencias. Pero su campaña ha quedado superada por los populistas representados por Sarah Palin, que habla abiertamente de «la América real» de los «valores rurales». A los estadounidenses urbanos, no blancos y con una educación de élite, se les rechaza como «los otros» que no representan a EEUU. Los populistas y Palin se han revuelto contra la idea de la educación en las universidades de élite y del pensamiento intelectual. Palin celebra la sabiduría de Joe Sixpack (la supuesta quintaesencia de la clase trabajadora estadounidense con su gran barriga cervecera), y hasta McCain agasaja al fontanero Joe.

(...) Los populistas eligieron a Bush porque se le veía como a alguien con quien los votantes se irían a tomar una cerveza. Bush es rico, se licenció en Yale y despues sacó un MBA en Harvard, pero habla como un «buen tipo» de Texas y antes de su designación ni siquiera había viajado fuera de EEUU. Bush aprovechó para llevar a cabo una política exterior unilateral y la invasión de Irak. Pero sólo tuvo un éxito parcial cuando intentó controlar el nativismo y el mercantilismo simplistas de los populistas en materias tales como el comercio y la inmigración.

Si gana McCain, lo tendrá todavía más difícil para controlar a los populistas. Si, como parece más probable, lo hace Obama, puede representar no sólo el triunfo de su raza, sino también el reflujo del movimiento pendular, que vuelve a valorar el talento y la brillantez intelectuales, sea cual sea su orientación ideológica. Para España y los demás países, lo que es crucial es que el imperio esté abierto a las ideas de dentro y de fuera de sus fronteras.
"

02 noviembre 2008

Enchanted forest

Escribiendo el otro día sobre Fina Eiros, estructuras hipnóticas y paisajes pictóricos, me acordé de un cuadro en el que hacía tiempo que no pensaba. Una asociación mental un tanto caprichosa, porque la esencia del trabajo de Eiros se sitúa en muchos sentidos en las antípodas expresivas de Pollock y su escuela. En cualquier caso, el Enchanted forest del pintor americano es uno de los cuadros que más me han impresionado vistos en persona, con una intensidad que las reproducciones se ven incapaces de conseguir.

En las cuatro o cinco ocasiones que he visto la obra en el Guggenheim veneciano me ha sucedido lo mismo: un primer momento de distanciada admiración, seguido de una breve decepción por la ausencia de una respuesta emotiva similar a la de anteriores ocasiones.
Entonces, antes o después, un progresivo estado de hipnósis, un abandono al torbellino pictórico, un divagar por las formas del cuadro que es en principio meramente espacial, pero que se vuelve al poco dinámico y después narrativo. Durante el tiempo (a veces más largo, a veces más corto) que dura mi absoluta inmersión en el cuadro, en el bosque encantado de Pollock suceden cosas.

No sabría describir a posteriori la forma de los seres que habitan ese mundo, o la clase de eventos que allí acontecen; de ahí, sin duda, el esceptismo con el que afronto el cuadro cada vez. Y, sin embargo, acabo siempre por recobrar la consciencia tras unos minutos
frente a la obra de Pollock en el viejo salón de Peggy Guggenheim, rendido ante la evidencia, si no empírica al menos perceptiva, de que entre aquellos brochazos furiosos y líneas desquiciadas sigue fluyendo la vida.


31 octubre 2008

Far far west

Desde hace ya una temporada le debemos a [no ese]J un post antólogico sobre el apasionante universo del western. No sabiendo muy bien por donde empezar, he decidido escoger diez joyas que abarcan casi cincuenta años y que en cierto sentido ejemplifican las variantes temáticas y narrativas y la evolución histórica del género: desde la ideología de la expansión y la conquista del territorio hasta la representación de la ley como triunfo de la civilización; de los monumentales espacios abiertos a los claustrofóbicos westerns urbanos; de la pureza indómita de los orígenes a las desencantadas revisitaciones contemporáneas.


Demasiado donde escoger, así que inevitablemente he acabado por hacer trampas. He aquí la lista, que iremos revisando en cómodas entregas en sucesivos posts:
  1. Incidente en Ox-Bow (William Wellman, 1942) / La diligencia (John Ford, 1939)
  2. Pasión de los fuertes (John Ford, 1946)
  3. Río Rojo (Howard Hawks, 1948)
  4. Horizontes lejanos (Anthony Mann, 1952) / Solo ante el peligro (Fred Zinnemann, 1952)
  5. Centauros del desierto (John Ford, 1956)
  6. Johnny Guitar (Nicholas Ray, 1954) / Cuarenta pistolas (Samuel Fuller, 1957)
  7. Rio Bravo (Howard Hawks, 1959)
  8. El hombre que disparó a Liberty Valance (John Ford, 1962)
  9. Grupo Salvaje (Sam Peckinpah, 1968) / Hasta Que Llegó Su Hora (Sergio Leone, 1968)
  10. Sin perdón (Clint Eastwood, 1992)

27 octubre 2008

Un domingo cualquiera

El domingo por la mañana me acerqué un rato a la Carrera Popular de Santiago. Apostado en una esquina de la zona vieja, en el tramo final del recorrido, vi pasar a los corredores con una mezcla de envidia y entusiasmo, jugando a adivinar con qué grupo habría llegado si una inoportuna sobrecarga muscular no hubiese frustrado mi participación.

Por la tarde fui a ver la versión de La buena persona de Sezuán de Brecht por parte del Centro Dramático Galego. Hace tiempo, en Bologna, intenté abrirme al mundo del teatro y a sus manifestaciones más o menos vanguardistas a base de abonos de temporada con descuento de estudiante. Debo de tener un problema con el teatro en general, porque casi toda la programación me dejó en su momento indiferente.


El montaje de Brecht estaba bien resuelto, con un buen reparto y con iluminación y escenografía más que trabajadas. La introducción de números musicales y toques cómicos y un aceptable sentido del ritmo hicieron que no resultase pesada a pesar de los 175 minutos de duración, sino más bien entretenida. Sin embargo, si lo máximo a lo que podemos aspirar hoy en día de una representación del teatro más supuestamente antiburgués y vanguardista del siglo XX es que sea entretenida, lo siento, yo me bajo del barco.


Si queréis juzgar por vosotros mismos, aquí podéis encontrar información sobre la obra y las futuras fechas de representación por toda Galicia.

26 octubre 2008

Todo o nada

Un nuevo trabajo, el traslado a una ciudad con más alternativas culturales y de ocio y la búsqueda de un hogar han vuelto a ralentizar el ritmo de actualizaciones del blog. El equipo de redacción, que se preocupa muy mucho por satisfacer la avidez de nuestros dos o tres lectores habituales, se está planteando seriamente la creación de un blog paralelo. Posts breves, uno o dos párrafos, con una mayor periodicidad, y que sirvan por una parte de agenda cultural y espacio de crítica espontánea, inmediata y sin mayores pretensiones, y por otra como rincón de desahogo cotidiano. Nuestro blog actual quedaría para esas reflexiones extemporáneas e irrelevantes que tanto les gustan.

Para qué tanta historia, se preguntarán ustedes, si los blogs ya no molan. Puede ser. En cualquier caso, les mantendremos informados.

Cacerolas invendibles

Durante estos días de reencuentros y de conversaciones con desconocidos con los que podríamos acabar viviendo, me siento obligado a justificar mi nuevo empleo. El recurso más sencillo es la teoría de la cacerola, de cosecha propia: un periodista, en el fondo, es un vendedor de cacerolas. Puede venderlas inoxidables, con mango o sin mango, de gama alta o a buen precio, pero su trabajo consiste siempre en amoldarse al producto en cuestión y tratar de encontrar argumentos para resultar convincente.

Naturalmente la teoría es falaz, y se aplica sólo a un cierto tipo de periodismo, el más común pero desde luego no el mejor. Incluso para un escéptico sobre el compromiso ético del periodista existe una línea que repugna atravesar, y que al menos en mi caso no tiene tanto que ver con la mayor o menos flexibilidad ideológica o con la verdad inherente a los hechos como con una cierta dignidad de los argumentos utilizados. Dentro de unos límites, me siento capaz de asumir posturas que no comparto y defender sus ideas y razonamientos, siempre que exista una manera mínimamente digna de exponerlos.

En fin, quizás entiendan mejor de que hablo si pongo un enlace a un artículo de hoy en el suplemento Lecer de Galicia Hoxe. En él, se recogen unas declaraciones del padre de Ugio Caamanho, cuyo juicio por participar supuestamente en un atentado con bomba en Santiago en Julio de 2005 comenzará en breve en la Audiencia Nacional. Es difícil no estar de acuerdo con algunas de sus reivindicaciones en contra de la dispersión de los presos o de la duración de la prisión preventiva, prácticas denunciadas por numerosas organizaciones internacionales. Quizás por eso repugna aún más el uso de falacias, subterfugios y mezquindades para tratar de defender el recurso a la violencia, cuyo uso aparentemente no condenan ni el padre, ni el hijo ni todas las asociaciones que en estos días se movilizan por él.

Iba a añadir algo más, quizás una reflexión atropellada sobre qué pensarían los padres de Ugio si el artefacto hubiese estallado por error antes de tiempo llevándose por delante a un par de ciudadanos, mártires en aras de la libertad de la patria, pero de repente todo esto me parece vano, estúpido y cansino, sobre todo cansino. Creo que simplemente me entristece toparme de nuevo con aspectos de esta ciudad que con el tiempo había olvidado, reencontrarme con viejas ideas que nunca estaré dispuesto a defender.

18 octubre 2008

Oh, tetas!

Descubrimos gracias a un post de [no-esa]H. que la Escuela Técnica de Arquitectura de A Coruña decidió clausurar este año las jornadas de introducción para nuevos alumnos con un striptease una performance corporal. El objetivo de la misma era, según el director del centro, "abrir la mente de prejuicios (...) lo que ayudará a los estudiantes para desarrollar mejor su trabajo".

Lejos de nuestra intención renegar de propuestas diferenciadoras o aperturistas en la universidad pública, o criticar la ruptura de tabúes relacionados con la exposición del cuerpo humano. Pero, así a bote pronto, nos asaltan unas cuantas dudas insidiosas:

  • Parecía probable a los promotores del espectáculo performance que unas cuantas docenas de adolescentes sobrexcitados fuesen a asimilar de manera compleja los estímulos de la misma?
  • Era de veras necesario que la calidad del evento fuese tan atroz?
  • La proyección de algunos de los innumerables trabajos que en la segunda mitad del siglo XX se han dedicado a cuestionar la representación del cuerpo humano no hubiese sido igualmente didáctica, menos malinterpretable y, sobretodo, menos gravosa para con el presupuesto de una institución pública?

En fin, me resisto a colgar aquí el vídeo, en parte porque las ventanas de youtube me afean el blog, en parte porque me parece más apropiado hipervincularlo al adjetivo que mejor lo define: atroz.