01 mayo 2007

Milán (I)

Con el pretexto de consultar algunos libros en la IULM pasó un par de días en Milán, última concesión antes de un período de completa dedicación a la tesis. Encuentro un hostal no lejos de la estación a un precio ridículo y con no demasiada mala pinta. Las cosas se tuercen por la noche. Me dispongo a bajar las persianas, visto que casi todos están ya en sus camas, leyendo o intentando dormir. A mitad de tan delicada operación la persiana emite un quejido y se niega a seguir bajando. Enfrente de nuestra ventana una farola brilla alegremente e inunda de luz la habitación.

Hace un año, en un cuchitril romano cerca del Vaticano, dos de la madrugada. Cede la litera en la que trato de dormir, ignorando la orgía que está montando al otro lado de la pared una comitiva de adolescentes nórdicos, y caigo encima de una chica belga. El novio se levanta de un salto de la otra litera clamando venganza. El inglés que trabaja en recepción oye el estruendo y entra en la habitación, completamente borracho, justo a tiempo para salvar mi vida. No hay camas libres, así que coloco los listones de madera rotos como puedo e intento dormir.

Si os halláis alguna vez en una ciudad extraña, en una habitación repleta de desconocidos que desean vuestra muerte y veis brillar sus ojos sedientos de sangre en la oscuridad mientras conspiran contra vosotros, quizás os consuele aferrar con fuerza el móvil, un zapato o algún otro objeto contundente. Saber que en el peor de los casos te llevarás por delante alguno de ellos ayuda a conciliar el sueño.

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